El mundo de la viña nunca ha sido fácil, desde antaño nuestros mayores se han dejado la piel, para sacar el mejor producto de nuestra tierra.
A día de hoy, son solo algunos los jóvenes que como Francisco José Luque, han tomado el relevo generacional, pero simplemente por amor a esta labor ancestral, en la que, en la mayoría de las ocasiones los números no salen.
Esta mañana le hemos visto cortar uva, de unas cepas con 45 años, precisamente su edad, porque su padre las plantó el año que vino al mundo, nuestro protagonista de hoy.
Pero el motivo por el que nos hemos desplazado hasta su viña, no ha sido por el corte de la exquisita uva que sale de una tierra, que este año le ha dado más fruto que en vendimias anteriores, sino porque queríamos conocer de cerca la laboriosa labor de la pasificación de la uva.
Los racimos se colocan uno a uno sobre los paseros de manera manual, estos son tapados durante la noche, cuando sopla viento de levante para evitar que el rocío de la noche pueda estropear la pasa, por la mañana se han de descubrir de nuevo.
Los racimos ya colocados se irán volteando durante todo el tiempo que dura el proceso de pasificación, para obtener el resultado perfecto.
También hemos sabido que normalmente se recogen primero las que están más cerca de los bordes de los paseros o que se van retirando de los racimos una a una, aquellas que ya están en buen estado.
Más de un mes, dependiendo de los vientos, la humedad o la temperatura, se tarda en que este fruto, que es un autentico manjar, esté listo para ser degustado, un trabajo muy meticuloso cuyo resultado lo van a poder degustar en solo unos días.
Luque mostraba su pesar porque nuestra localidad no disponga de denominación de origen, y es que desde hace muchos años, sus pasas van a parar al Borge, donde se comercializan bajo su D.O.
Luque deseó delante de nuestras cámaras que la situación de la viña pueda dar un cambio de rumbo con el fin de que esta labor no se pierda.
Antes de marcharnos quisimos conocer, cual es la pasa que se utiliza para obtener el característico dulzor de nuestro vino moscatel. Así nos lo explicaba.
Visto todo esto, solo nos queda darle las gracias a este vecino por habernos atendido, pero también por el trabajo que desempeña, para que los manilveños nos sigamos sintiendo orgullosos de los productos que salen de nuestra tierra.
Redacción: RTV Manilva